viernes, 29 de febrero de 2008

Me matan

Esos celos son cabrones. Jijos de la chingada. No puedo irme y dejarte en la casa con mi hermana porque siento que ya te está haciendo suyo.

Por? no me lo explico, no lo entiendo. Será porque una vez no dejé que mi amigo fuera su novio? Mi hermana pide que yo busque entre los recuerdos para saber qué es lo que me mueve a pensar así. Hoy estuve llorando en la calle pensando en lo que haría al descubrirlos desnudos en mi cama.

Tú dices que ella no es como yo. Pero yo tengo dudas. Generalmente no chuleas a las mujeres de las cuales podría estar celosa... Malditos celos. Y yo sé que te perdonaría, pero también tengo orgullo y mucho más ego.

Qué hacer más que atormentarme, decir cosas que no me gustan y lastimarte, aunque después te hable con voz de mimos y me arrastre a tus pies...

lunes, 25 de febrero de 2008

Ese penesote.

Me gusta decir que tienes los huevos bien morados. Me gusta ese color para describir tu piel, en lo más oscuro de tu cuerpo.
Recuerdo que me lo copié de una película mexicana que se llama "santitos" cuando un hombre, "el diablo" le dice a la mujer que qué va a hacer metiéndose de puta, cuando tenga a un hombre con los huevos bien morados enfrente de ella....
Esa vez tú no estabas. Y el sólo escuchar la frase "los huevos bien morados" me excitó muchísimo que me fui a peinar el afro... ja ja! a discar el teléfono... bueno, a chaquetearme el clítoris pues. Meneándolo de un lado hacia otro, primero suavecito y luego bien apretado, con movimientos más cortos...
*********
Es esto lo que llaman la psicología del color???
*********

jueves, 21 de febrero de 2008

Me robaste un beso.

Fue en la noche, antes de despedirte que me diste un beso. Yo inocente puse la mejilla para decirnos adiós, pero tú te dirijiste a la boca.
Cuando te pregunté ¿qué fue eso?
Te quedaste mudo y mirándome.
-
Entonces te dije: "ven acá"
y te besé lo más apasionada que quería, pero te había congelado mi pregunta y te quedaste como estatua.
-
Estabas frío.
-
Entonces pensé que había cometido un gran error. (Siempre presionando, marie).
-
Hoy, cumplimos 8 años de estar compartiendo la ternura y el sexo.
-
Te amo. Mi vida, mi señor.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Por detrás.

Justo ese día comencé a menstruar. Ese día en que viajaría a verte. Ya habían pasado dos semanas en que no había contacto físico alguno, y ya era necesario.
Al manchar mi pantalón, te envié un mensaje para avisarte lo que sucedía.

Tú, hermoso, me contestaste "sólo quiero verte, abrazarte, no necesariamente meterte la verga, aunque sí lo voy a hacer porque lo necesito".

Me dió tanta ternura escucharte que casi casi chillo de la emoción.
(...)
La espera del autobús: una eternidad. Viajar de ciudad en ciudad buscando a mi hombre. Nos íbamos a ver en el mismo hotel que hace dos años, claro, bajo diferentes condiciones.
No creí que nos tocara la misma habitación. Nerviosa por creer estar manchando mi pantalón de sangre, me revisaba a cada rato. Me sentía como el contenido de un cascabel, de un lado a otro con el vaivén del autobús. No tenía control de mis movimientos debido a la velocidad del vehículo.
Orinar en estas condiciones es un martirio. Me hacían falta en estos momentos unos de esos inventos frikis para que las mujeres orinemos paradas.

El autobús avanzó lo más que recuerdo. En cuanto tuve señal en el celular, comenzamos a mensajearnos. Que te extraño, que estoy nerviosa, que ya voy para allá, que estamos cerca, que te quiero abrazar mucho mucho...

En la terminal, pedimos un taxi. Lo abordamos, nos miramos y sonreimos. Nos tomamos de la mano.
"Al Hotel por favor, en la calle del centro, parte norte"
Nos bajamos, cargas la maleta. Pedimos la llave. Abrimos la puerta. Entramos. Estiro los brazos, me recibes, me apapachas. Me dices que el baño huele feo, que tenga cuidado con la ventana, que no la deje abierta. Que prenda la tele si quiero.
(Ya sabes que no me voy a la cama a oscuras, porque me da miedo.)

Te metes a bañar. Me acomodo en la cama, con calzon puesto, sin brasier, con una playera corta, negra para nuestro gusto. Sales del baño y te muestras mojado, con gotitas diminutas que aperlan esa piel morena. Son como joyas adornando tu masculinidad.

Me robas una sonrisa que parece mueca. Estoy embelezada porque otra vez vamos a dormir juntos. Prometes no tocarme porque no queremos hacer un desastre en rojo (pinche menstruación, me choca, qué jodidos días pasamos las mujeres).

Siempre juegas a que te dé el culo. Yo juego a decirte que no porque duele y me descompone la panza.

Ay! quieres que te abrace y acaricio lentamente tu espalda. Esos pechos como gacelas (ja! me copié de la biblia)

No puedo esperar más, cógeme, cógeme culo que sea!!!
méteme la verga, papacito, despacio, chiquito, bonito, no me lastimes... (al principio, aunque casi al final de la sesión me arda y te pida que me rompas el culo!!)

Llega afuera amor, así, sigue, ah... lo siento... con cuidado... sí... me estoy apretando los pezones, no alcanzo a tocarte, te tomo de las manos por lo menos para apretarte... ah... estoy llegando... te veo llegar, ah... esas manos tan duras... chaqueteando el pene... ah... qué rica tu leche...

Ven. Te abrazo. Te beso la frente.

¿Ya te he dicho que eres mi todo?

Mi hermoso pitudo

Amo tu pene.
Me has dado de todo, por todos lados.
Me has dado tu leche, amarga, espesa, explosiva.

Después de la eyaculación, cuando se vuelve completamente inofensiva,
me dejas jugar esa carne que tanto placer me regala.

Estoy a tus pies, papacito.

••••••••••••••••••••••••••••••

Me gusta ver tu verga desinfladita, recostada sobre tu vientre, como un arbolito tumbado por x causa. Me gusta jugártela y jalarle el cuero, los pelos y las pelotas. Me gusta sentirla en la palma de la mano mientras mordisqueo tu espalda. Me gusta tocarla mientras juego esas nalgas, mientras acaricio tu panza y te digo que eres mi todo.

sábado, 9 de febrero de 2008

No estás.

Te fuiste por la mañana sin avisar. Me has dejado con la histeria de saber qué pasó. El buzón de voz se hace odioso, insoportable sonido.
No puedo marcarte, esperaré a que tú me llames y me devuelvas la sonrisa.
Es tarde para pedir disculpas?
Amor... espero impaciente el atardecer.

jueves, 7 de febrero de 2008

Tus ojos.

No había mucho alrededor. La vía, tu plática tan lenta, tan queda; nuestros pies colgando del borde de la jardinera de cemento de ese árbol gordo que ya había levantado la banqueta.
El señor de la tienda de enfrente nos miraba feo porque ese pedacito de "jardín" lo cultivaba él para que los que cheleaban en su tienda, se sentaran ahí. Y nosotros solamente nos comprábamos unos frikos de colores.

Tu plática, la verdad me estaba siendo indiferente. No sé porqué me distraje que de repente solamente escuchaba unas pocas cosas de las que me contabas. No era tarde como los otros días. Era sábado, por eso salí temprano del trabajo y estaba muy claro aún.

Estaba a punto de decirte que ya me tenía que ir a la casa porque mi papá posiblemente ya estaría en camino, cuando volteé a verte, tratando de disimular mi enfado, me miraste directo a los ojos (aquí sucedió eso de las cursilerías de "te vi, me viste, nos vimos"), y pude notar que eras diferente, especial. Cabrón, creo que ahí me enamoré de ti. Tú me habías resultado agradable, pero no me gustabas. Ese día tus ojazos me dijeron que te quería para mi.

El brasier y la pena.

Fuimos a casa de Tima, pedimos hospedaje avisando que estaríamos ocupados toda la noche. Tima nos dejó su habitación e indicó que iba a salir. Nos quedamos un ratote platicando, jugando con las cosas que sucedieron. Que si nos extrañamos, que si nos bromeamos...
Llegó el momento de la pasión. Al estar juntos, de repente dándonos besos, comenzamos a acariciarnos despacito.
Obviamente subieron de intensidad esas muestras de cariño y me hacías la blusa hacia arriba... yo estaba consciente de que era viernes y que cargaba el único brasier que tenía (un poco cochino, porque no me dió tiempo de lavarlo, je je). Normalmente prefería andar con los pechos libres, pero este día hice ejercicio y tenía que sujetarlos de forma alguna.
Me fui hacia un extremo oscuro de la habitación. Y me dijiste que prendiera la luz. Te dije que no.
-¿porqué?
-Nada.
-¿qué pasa?
-Nada.
-Dime.
-En serio, no pasa nada.

Obviamente no te iba a confesar que mi único brasier ocupado el día miércoles lo volvía a ocupar ese día viernes, y que no me había dado tiempo de lavarlo por el trabajo, que olía a chivo, que estaba sucio de sudor y demás cochineros.
En esa etapa de novios aún no me sentía con la suficiente confianza como para decirte ese tipo de intimidades, me podías ver el chocho, meterte, cogerme. Pero esas confesiones de "mi brasier está asqueroso" aún no.
Fue el mismo circo para ponérmelo. A fuerza querías ver lo que traía, pero me escapé al baño en uno de tus descansos y nos fuimos de la casa de Tima, agradeciendo la hospitalidad.
Tú a tu casa, y yo al trabajo.
Beso de pico para despedirse y un abrazo.

miércoles, 6 de febrero de 2008

La Cita.

Dijiste que pasarías a verme el viernes por la noche. Estuve esperando con emoción la hora de la salida. Llamaste de repente y me avisas que no vas a poder ir porque tu amigo Koma te invitó a tomar unas frías. Carajo. Ya habíamos quedado.
Es menos la calentura que tu addicción? No vayas a resultar como otro Rona cualquiera. Eso no. Ni madres lo soportaría, te irías al carajo ipso facto. Me enfado contigo obviamente y te digo que te vayas con tu amigo y me dejes en paz, entonces. Me dices que quieres verme al siguiente día. De castigo te digo que pases por mi, a la casa, muy temprano, creo que a las 8:00 te dije, suficiente castigo hacer que un hombre crudo se levante temprano. No me importa. Es como una prueba que tienes que aprobar para seguir juntos.
De todas formas qué tanto son unas semanas? es menor el coste que haber dejado pasar más tiempo, aunque los sentimientos que se implican ya van fluyendo, asomándose sin que pueda evitarlo.
Mi enfado es más de ir sola al lugar donde posiblemente me den trabajo, que el hecho de que tu amigo me haya robado a mi novio por un noche. Maldigo a tu amigo, bueno, no tanto, lo "pincheo" nadamás.
Voy al otro lugar y me dicen que está todo bien conmigo, y que soy bienvenida. Bueno, entonces entro, aproximadamente un 9 de febrero de hace 8 años.

Me sorprendió escuchar ladrar a los perros. Ya hasta se me había olvidado que llegarías. Ahí estabas, fuera, con las manos dentro de los bolsillos, con tu cabello hacia atrás, como siempre, casi pulcro. Te hice seña que esperaras. Castigo, castigo.
Salgo al fin y te recibo fingiendo mala gana. Ni rastro de aliento a cerveza, te has bañado por lo que veo.

Quiero verte

Quiero verte, profanar tu casa. Llenar tu cama de suspiros.
Quiero sentir esos ojos cerrados, imaginar las manos que recorren mis pezones. Chúpalos. Son tuyos.
Siente mis piernas, la posición de cucharita mientras me das tu abrazo es bienvenida. Soy tuya, amor. Siempre tuya, tu Marie. tutta la vita.

La vía del Tren.

Siempre que ibas por mi, solamente me tomabas de la mano. Era por la timidez con la que nos acercamos, pero esa noche te conté que tenía un tatuaje en una parte muy deliciosa de mi cuerpo. Comenzaste a preguntar quién lo hizo, cómo fue, si había dolido... Yo siempre contándote los detalles hasta "que sacó un guante, blanco, se puso talco, la máquina estaba en una mesita de al lado", etc.
De repente escuché tu voz con un tono diferente. Ya no era el tono curioso, era el tono molesto, enfadado. volteé a verte, ibas a mi izquierda, y pediste que te enseñara el tatuaje ahí, en la calle, donde a veces pasa la gente. No era muy tarde, había salido de hacer ejercicio y tenía en mi cuerpo el sudor seco, me sentí un poco incómoda, pero me causó gracia tu reacción.
Al darle la vuelta a la calle, me dijiste que si alguien más ya me había visto, porqué no mostrártelo. Me pareció muy ilógico tu petición, no a todo el mundo que lo pida lo va a ver. No es para tanto. Pero tú no eras como todo el mundo. Tú eras mi novio, el que me iba a dejar a mi casa para que no fuera a salirme otra vez un cabrón que me quisiera lastimar.
Cuando me di cuenta de que lo que en realidad querías era seguir al siguiente paso, la vía del tren ya estaba de frente.

Seguimos caminando y tus manos estaban un poco nerviosas. Casi temblaban y sudaban un poco, casi imperceptiblemente.
Seguimos platicando de x cosas en el camino, ya en la calle que iba al lado de la vía. Esa calle, que va de subida hacia la casa, tiene del lado derecho las banquetas y las casas, las puertas y los perros; y del lado izquierdo están la vía, el pastito, los árboles de pirú, algunas jacarandas, las piedras. Un paisaje diferenciado sólamente por un borde de pavimento.
Cuando nos acercamos al arbolito más alto, debido a la ubicación de la calle, me abrazaste por detrás, y sentí tu pantalón muy pegado a mis nalgas. Eso me gustó. No estabas excitado, pero mi imaginación está muy desarrollada. me abrazaste tomando mis manos, y sin soltarte, mano con mano, tomé tu mano izquierda y te dije. Aquí está pues. La coloqué en la parte del costado, el gordito de la chiche. acomodé tu mano como de cuchara y tus dedos los abrí para que me sintieras el pezón.
Ya en esos tiempos no usaba brasier. Nunca me han gustado. Además, estaba yo esperando el día que me pidieras avanzar en esos menesteres.
Sentí entonces que ya estabas excitado, porque tu respiración te delataba, además de que el pantalón se sentía más duro. Solté tu mano izquierda y metí la mano dentro de ese pantalón rotito que me gustaba mucho cómo se te veía, y ya estabas duro, como piedra, mojado, palpitante (siempre has dicho que la verga es palpitante, y te robo esas palabras). Solté tu mano derecha y la acomodé dentro de mi pantalón, sentiste mis vellos púbicos, mis labios y que yo también comenzaba a mojarme. Yo quería masturbarte mientras veía tu carita, pero no podía dejar de besarte, y tú estabas concentrado en mi pezón. De repente cambiabas a otro y ya, instalados, parados en la vía, el cachondeo seguía, y seguía y la excitación de ambos, la primera vez que nos tocábamos de esa forma... ah... me estoy mojando de solo acordarme de esto.

Entonces resulta que algún vecino vio siluetas a lo lejos. Y prendió la luz de afuera de su casa, espantándonos y haciéndonos ver que nos estábamos arriesgando en la calle.