miércoles, 6 de febrero de 2008

La vía del Tren.

Siempre que ibas por mi, solamente me tomabas de la mano. Era por la timidez con la que nos acercamos, pero esa noche te conté que tenía un tatuaje en una parte muy deliciosa de mi cuerpo. Comenzaste a preguntar quién lo hizo, cómo fue, si había dolido... Yo siempre contándote los detalles hasta "que sacó un guante, blanco, se puso talco, la máquina estaba en una mesita de al lado", etc.
De repente escuché tu voz con un tono diferente. Ya no era el tono curioso, era el tono molesto, enfadado. volteé a verte, ibas a mi izquierda, y pediste que te enseñara el tatuaje ahí, en la calle, donde a veces pasa la gente. No era muy tarde, había salido de hacer ejercicio y tenía en mi cuerpo el sudor seco, me sentí un poco incómoda, pero me causó gracia tu reacción.
Al darle la vuelta a la calle, me dijiste que si alguien más ya me había visto, porqué no mostrártelo. Me pareció muy ilógico tu petición, no a todo el mundo que lo pida lo va a ver. No es para tanto. Pero tú no eras como todo el mundo. Tú eras mi novio, el que me iba a dejar a mi casa para que no fuera a salirme otra vez un cabrón que me quisiera lastimar.
Cuando me di cuenta de que lo que en realidad querías era seguir al siguiente paso, la vía del tren ya estaba de frente.

Seguimos caminando y tus manos estaban un poco nerviosas. Casi temblaban y sudaban un poco, casi imperceptiblemente.
Seguimos platicando de x cosas en el camino, ya en la calle que iba al lado de la vía. Esa calle, que va de subida hacia la casa, tiene del lado derecho las banquetas y las casas, las puertas y los perros; y del lado izquierdo están la vía, el pastito, los árboles de pirú, algunas jacarandas, las piedras. Un paisaje diferenciado sólamente por un borde de pavimento.
Cuando nos acercamos al arbolito más alto, debido a la ubicación de la calle, me abrazaste por detrás, y sentí tu pantalón muy pegado a mis nalgas. Eso me gustó. No estabas excitado, pero mi imaginación está muy desarrollada. me abrazaste tomando mis manos, y sin soltarte, mano con mano, tomé tu mano izquierda y te dije. Aquí está pues. La coloqué en la parte del costado, el gordito de la chiche. acomodé tu mano como de cuchara y tus dedos los abrí para que me sintieras el pezón.
Ya en esos tiempos no usaba brasier. Nunca me han gustado. Además, estaba yo esperando el día que me pidieras avanzar en esos menesteres.
Sentí entonces que ya estabas excitado, porque tu respiración te delataba, además de que el pantalón se sentía más duro. Solté tu mano izquierda y metí la mano dentro de ese pantalón rotito que me gustaba mucho cómo se te veía, y ya estabas duro, como piedra, mojado, palpitante (siempre has dicho que la verga es palpitante, y te robo esas palabras). Solté tu mano derecha y la acomodé dentro de mi pantalón, sentiste mis vellos púbicos, mis labios y que yo también comenzaba a mojarme. Yo quería masturbarte mientras veía tu carita, pero no podía dejar de besarte, y tú estabas concentrado en mi pezón. De repente cambiabas a otro y ya, instalados, parados en la vía, el cachondeo seguía, y seguía y la excitación de ambos, la primera vez que nos tocábamos de esa forma... ah... me estoy mojando de solo acordarme de esto.

Entonces resulta que algún vecino vio siluetas a lo lejos. Y prendió la luz de afuera de su casa, espantándonos y haciéndonos ver que nos estábamos arriesgando en la calle.

1 comentario:

odoagro dijo...

pues, eso me ha gustado.......un saludo